Quizás al comenzar le torneo era algo previsible, nos jugamos a un equipo demasiado joven carente de experiencia y roce para afronar a rivales que lo superaban con amplitud en aspectos claves a la hora de definir los partidos. Y fue justamente este aspecto el que no nos permitió obtener puntos que parecían estar en el bolsillo, porque en los momentos definitorios a nuestros gurises los mataron los nervios producto de esa inexperiencia a la que nos referíamos más arriba.
De todas maneras quiero rescatar la actitud de los chiquilines que dejaron todo en la cancha en cada partido, defendiendo con honor y valentía la camiseta azulgrana y jugando muchos partidos en gran nivel a pesar de sus jóvenes años.
Nos vamos a la B y eso es lo negativo, pero nos vamos a la B habiendo conformado un plantel de primera con los jugadores de la casa lo que a pesar del triste momento nos hace mirar con muchas esperanzas el futuro.
La lágrimas derramadas por los chiquilines el sábado pasado en el vestuario después de saberse descendidos nos conmovieron y llenaron a la vez de alegría porque todos ellos mostraron llevar en el corazón la casaca azulgrana y en esas lágrimas sellaron el compromiso del año que viene volver a estar en la cancha a intentar el regreso de Candil al lugar donde se merece estar.
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